Me callo ya
19 de enero de 2008
A veces abro las ventanas y sin querer hay corrientes. Y no se entiende bien lo que digo, o digo mal lo que quiero que se entienda.
Saber lo que me gustaría es un conjuro de lo que quiero al final. Pero ¿qué final, de qué?
A veces creo encontrarlo de cara y trato de aceptarlo, disimulando y ocultando el miedo a su presencia. Entonces me parece que algo se acaba, como cuando un plantón empieza a convertirse en arbolito, como cuando a un niño se le caen los dientes de leche. Pero solo me parece.
Me ocurre cuando me tambaleo. Entonces, ¿Por qué se acaba una luna de miel? Porque se le caen los dientes de leche. Me he asomado a ver la luna…, no parece que le falte ninguno.
Lo único que tiene cada persona es su pasado, el mío, con todo lo que tiene, me gusta. Con quienes forman parte de él, lo quiero para siempre, y que sigan en el futuro participando de él también me garantiza el presente.
No hay otra cosa, salvo el miedo a las cenizas.
Me callo ya.